Antes de gastaros el dinero en ir probando cremas hidratantes faciales, tenéis que tener en cuenta y muy claro cuál es vuestro tipo de piel y sus necesidades, comenzando antes que nada por tu edad. Hasta los 30-35 años no hace falta que una hidratante sea también antiarrugas, pero, si no usáis protección solar porque sois unos valientes en verano e invierno, sí que es conveniente que contenga fotoprotectores, por ejemplo.
Por regla general, a las pieles jóvenes les suelen gustar las texturas en gel, frescas y fundentes, mientras que los más mayores prefieren cremas más nutritivas y envolventes. También se considera que las fórmulas en gel o fluídos son más adecuadas para las pieles grasas y mixtas, las cremas para pieles secas, y los fluidos más ligeros se recomiendan a las pieles sensibles.
Además de la textura, es importante comprobar cómo queda la piel después de aplicar la crema. Lo más adecuado, es que se sienta fresca, sin sensación grasa, húmeda o tirante. Tenéis que notar comfort, suavidad y flexibilidad.
Lo mejor es que, antes de decidiros a comprar una hidratante facial o cualquier otro cosmético, pedid muestras para probarla unos días porque es importante saber si os sentís cómodos con ella y si puede provocar alguna reacción no deseada.